“En varios países del mundo los peces son considerados como seres sintientes”
La Médico Veterinario Katherine Martínez asegura que existe evidencia respecto a que los salmones pueden experimentar dolor, aprender, recordar y modificar comportamientos.
Gran polémica causó recientemente una indicación del diputado Jorge Brito, en el marco de la modificación a la Ley de Pesca, que buscaba instaurar a los peces como seres sintientes. Al respecto, llevando el tema al área técnica, Katherine Martínez, Médico Veterinario y asesora experta en el ámbito de Bienestar Animal, da su visión en entrevista con Salmonexpert, medio asociado a LandbasedAQ.
Aunque la indicación en la ley, sobre animales acuáticos sintientes fue retirada, ¿te parece que es algo científicamente comprobado, en los salmones por ejemplo?
Hasta el año 2002 la comunidad científica negaba la presencia de nociceptores en los peces, sin embargo, en la actualidad se conoce que los peces tienen nociceptores periféricos que detectan estímulos dañinos y dolorosos (Sneddon, 2003). Frente a dichos estímulos se genera una modificación de la actividad cerebral y un cambio en su comportamiento, donde los peces evitan experimentar nuevamente la misma experiencia negativa. Otro de los argumentos que buscan negar la sintiencia de los peces indica que carecen de una neocorteza similar a la humana y, por lo tanto, no responden al dolor en un sentido consciente significativo (Rose, 2002). No obstante, existen estudios que demuestran que no es sólo este lugar del cerebro el involucrado en la consciencia en humanos y que los peces poseen estructuras que son homólogas al neocórtex, cumpliendo la misma función de éste (Brown, 2015).
Por tanto, la evidencia empírica muestra que los peces pueden experimentar dolor. También está demostrado que los peces tienen la capacidad de aprender, recordar y modificar sus comportamientos frente a situaciones ya conocidas (Brown, 2015). Un ejemplo concreto de esto lo podemos ver en los centros de mar, donde los smolt recién sembrados se alejan de la presencia de buzos y los ROVs. Sin embargo, con el pasar de los días, ellos aprenden que ambos elementos no son una amenaza y, después de unas semanas ya podemos verlos muy cercanos y tranquilos.
Si bien esta indicación fue extrema, donde se dijo que los peces incluso jugaban fútbol, entre otras cosas, ¿de qué manera en la nueva Ley Acuícola se debería ir más allá en bienestar animal?
Ya en varios países del mundo los peces son considerados como seres sintientes y existen regulaciones específicas que apuntan a resguardar su bienestar durante las prácticas productivas.
Por ejemplo, se considera el bienestar de los peces en la Ley de Bienestar Animal de Nueva Zelanda (1999), la Ley de Bienestar Animal del Territorio de la Capital Australiana (1992), la Ley de Protección Animal de Noruega (1974) y la Ley de Bienestar Animal de Noruega (2009). En este último país, la legislación otorga a los peces un nivel de protección similar al de otros vertebrados. Además, en 2005, el Consejo de Europa acogió una recomendación sobre el bienestar de los peces de cultivo y en 2008, la OMSA adoptó directrices para el bienestar de los peces. Otros estándares y esquemas de certificación para la acuicultura sostenible que incluyen el bienestar de los peces son ASC, el estándar de acuicultura GlobalGAP, BAP, RSPCA y el recientemente lanzado de Certified Humane.
Actualmente en nuestro país contamos con la Ley General de Pesca y Acuicultura (LGPA), en la que en su Párrafo 5º; Artículo 13 F se estipula: “La acuicultura deberá contemplar normas que resguarden el bienestar animal y procedimientos que eviten el sufrimiento innecesario”.
Por otro lado, en la ley 20.380 que es aplicable a especies hidrobiológicas, se indica en el Artículo 1°: “Esta ley establece normas destinadas a conocer, proteger y respetar a los animales, como seres vivos y parte de la naturaleza, con el fin de darles un trato adecuado y evitarles sufrimientos innecesarios”
Sin embargo, aún no existe un reglamento específico que indique las normas para proteger y cuidar el bienestar de estas especies en sus distintas etapas y procesos productivos, como sí ocurre en los animales de ganado, por ejemplo.
La mayoría de las empresas productoras de salmón de nuestro país poseen procedimientos para resguardar el bienestar de los peces, pero debido a la ausencia de una regulación en este ámbito, cada compañía define de qué forma aborda este concepto internamente.
¿Es importante cuidar el bienestar físico y mental de los salmones? ¿De qué manera no se cae en ningún extremo, técnicamente hablando?
La forma de evaluar objetivamente el bienestar de los animales, incluyendo su estado físico y mental, es a través de indicadores, los que deben ser válidos, confiables y prácticos. Debemos considerar parámetros ambientales, infraestructura y manejos, los cuales son llamados indicadores indirectos o basados en el ambiente., Pero, por sobre todo, debemos observar a los salmones, su comportamiento de nado, de alimentación, descamación, lesiones, signos de enfermedades, etc. Estos son denominados indicadores directos o basados en el animal. Sabemos que los salmones no nos pueden comunicar con palabras como se sienten, pero si lo hacen a través de su comportamiento.
¿Actualmente crees que se respeta a los salmones como seres sintientes?
En mi experiencia he observado que las personas que tienen contacto día a día con los peces se preocupan de su bienestar a través del monitoreo continuo, la alimentación, los manejos cuidadosos, la observación del comportamiento, seguimiento de signos de enfermedad, etc. Sin embargo, no asocian estas prácticas habituales al concepto de bienestar animal, por lo que en un principio y, a pesar de que realizan prácticas de bienestar animal, pueden considerar este concepto lejano y muchas veces asociado a ideologías cercanas al animalismo y veganismo.
Por otro lado, debemos considerar que, como los peces están filogenéticamente distantes de los humanos en comparación con los mamíferos, nos resulta muy difícil empatizar con ellos. No podemos oírlos vocalizar y carecen de expresiones faciales reconocibles, las cuales son señales principales de la empatía humana. Por esto es que, es fundamental realizar entrenamientos al personal desde la sensibilización, con el fin de que comprendan que los peces sí son capaces de sentir dolor, sólo que no lo expresan de la misma forma que los humanos.