Centro de Cultivo Pukara de Copaquilla.

Proyecto consolidará una cultura acuícola en zonas no tradicionales de Chile

La piscicultura en Copaquilla, que cultivó truchas a 3.000 metros de altura, demostró eficiencia técnica y ser un modelo de sostenibilidad, con gran el potencial de integrarse a estrategias regionales acuícolas.

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La Región de Arica y Parinacota, conocida por su clima árido, ausencia de precipitaciones y una temperatura promedio de 18 °C, representa un entorno desafiante para la acuicultura. Sin embargo, un equipo de científicos chilenos y peruanos logró ejecutar un proyecto para cultivar truchas arcoíris en Copaquilla, una localidad precordillerana situada a 90 kilómetros de Arica y a aproximadamente 3.000 metros sobre el nivel del mar.

Esta idea, según cuenta a Salmonexpert el Dr. Renzo Pepe, académico de la Universidad Arturo Prat y uno de los expertos involucrados en la iniciativa, surge de la necesidad de diversificar las áreas tradicionales de producción acuícola y explorar el potencial de zonas no convencionales, que poseen una buena calidad de agua y que a la vez ofrecen ventajas socioeconómicas.

“Un factor clave fue el impacto socioeconómico que podría generar la piscicultura en Copaquilla. Esta región, a pesar de su riqueza natural, tiene limitadas oportunidades económicas, y la acuicultura ofrece una alternativa viable para crear empleo y fortalecer la economía local. También se consideró el acceso a recursos hídricos de alta calidad, con aguas frías, bien oxigenadas, y con baja presencia de contaminantes, fundamentales para implementar un sistema de recirculación acuícola (RAS). Este sistema reduce la dependencia del agua fresca, lo que es crucial en una región donde los recursos hídricos son limitados”, destaca el investigador.

El cultivo, que se extendió por casi 48 meses, permitió a los desarrolladores evaluar no solo el crecimiento y la supervivencia de las truchas, sino también su adaptación a las condiciones de altitud. Además, las medidas de bioseguridad implementadas junto con una dieta especialmente formulada minimizaron la entrada de patógenos y permitieron un balance nutricional idóneo.

“El crecimiento de las truchas arcoíris fue consistente con las expectativas para un ambiente de altitud, aunque los valores de SGR y FCR indicaron que había margen para optimizar ciertos aspectos del manejo. A pesar de estas limitaciones, los peces mostraron un buen desempeño general, validando la viabilidad del cultivo en estas condiciones extremas. La alta tasa de supervivencia a lo largo de los casi 48 meses, fue un indicador clave del bienestar de los peces, que se beneficiaron de un entorno bien controlado y medidas de bioseguridad estrictas que minimizaron el riesgo de enfermedades”, detalla el Dr. Renzo Pepe.

Entorno desafiante

Cultivo larval.
Estaques decantadores y biofiltros del sistema de recirculación.
Alevines con saco.

No obstante, el cultivo no estuvo exento de desafíos. Según, el académico de la Universidad Arturo Prat uno de los mayores desafíos fue la adaptación de las truchas a las condiciones de altitud, donde la presión parcial de oxígeno es significativamente menor que a nivel del mar. Este factor podía afectar tanto la fisiología de los peces como la eficiencia del sistema de cultivo. No obstante, los expertos lograron mitigar estos riesgos implementando estrategias específicas, como la instalación de sistemas de oxigenación suplementaria.

Las fluctuaciones térmicas diarias, los rayos y truenos típicos del sector producto del invierno altiplánico, representaron un reto adicional, obligando al equipo a monitorear constantemente la temperatura para evitar impactos negativos en el metabolismo de los peces.

Adicionalmente, al tratarse de un estudio piloto, la experiencia previa en el manejo de sistemas RAS a esta altitud era limitada, “lo que demandó un esfuerzo significativo en innovación y adaptación de las técnicas existentes. Otro desafío fue justificar los resultados técnicos obtenidos, como el SGR y FCR, que, aunque bajas, eran consistentes con un primer ensayo en condiciones tan particulares. Este análisis permitió identificar áreas de mejora, como la formulación de dietas más específicas y el refinamiento del manejo del sistema”, explica al respecto el también director del Núcleo de Investigación Aplicada e Innovación en Ciencia Biológicas (InACiB).

Proyecciones

A futuro, se busca implementar varias estrategias para consolidar y expandir este proyecto. Por ejemplo, optimizar los parámetros de cultivo, estudios más detallados sobre la fisiología de las truchas en condiciones de altitud, análisis del metabolismo y la calidad del filete.

Finalmente, otro objetivo clave planteado por el Dr. Pepe es la transferencia tecnológica y la capacitación de las comunidades locales en el manejo de sistemas RAS y el cultivo de truchas. 

“Esto no sólo fomentará el desarrollo económico en la región, sino que también ayudará a consolidar una cultura acuícola en zonas no tradicionales. A nivel científico, se pretende continuar generando datos para publicar en revistas especializadas, difundiendo los resultados del proyecto y abriendo la puerta a colaboraciones internacionales. Finalmente, existe interés en integrar esta piscicultura con proyectos de sostenibilidad, como el uso de energías renovables y sistemas de acuaponía, para maximizar su impacto ambiental y económico”.